El Remate Franco

Opino desde la duda, buscando algunas certezas.

Baja-Colimense, atrapado en la dualidad fronteriza de México, quien junto con mi domadora, trato de criar a 2 buenos humanos. Apasionado de la vida, el rock, letrillas, letrones, la cheve y la amistad.

  • El Leviatán Septentrional

    La claridad en su ventana indica que es hora de interrumpir el placido sueno, su poderosa mano izquierda talla su ojo derecho, aclara su vista y se prepara para levantarse; como a diario, el Leviatán sabe que llego el momento de dar orden al estado, en que esos individuos llamados ciudadanos, se agrupan bajo la sombrilla del contrato social, al que algunos—ilusos—llaman democracia o el gobierno del pueblo. El caos que con-vive en la periferia del “estado”, le ofrece como desayuno al enorme Leviatán su primer desafío, como garante del “bien común”: 

    I

    Un agente de la ley, también conocido como señor justicia, le marca el alto a un vehículo automotor que rebaso, por una pequeña fracción, el límite de velocidad permitido. Una vez que el automóvil se detiene, y previa entrevista de rigor, la conductora, de nombre Marisol Magdala, (madre soltera, quien viaja en compañía de sus tres hijos, los cuales pretendía llevar a la escuela). El azulado agente le alecciona parsimoniosamente sobre la falta vial que cometió, la pariente lejana de la discípula más avanzada del profeta de judea, apela al buen corazón del moto agente, sin embargo el heraldo del estado ni se inmuta y le informa a la dama que además de la infracción por su intempestiva velocidad, tendrá que remolcar y confiscar su vehículo por no portar el documento que expiden los prestos dedos del leviatán-estado y que acredita que es apta para la conducción de automotores. La madre, de apellido Magdala, le indica que paso la noche en vela, tratando de descifrar como podría pagar las cuotas de renta sin pagar, la cuales acumulan más de seis meses y que provocaran el desalojo de ella y sus 3 infantes; el inmisericorde insomnio provoco que saliera de su hogar sin el plástico rectangular que acreditara su capacidad para conducir. Agente 1999 manifiesta lamentar—en el alma—dicha situación, sin embargo le comunica—con voz grave y ceremoniosa—que él está ahí para hacer cumplir las normas del Leviatán, por lo cual, la incautación del medio de transporte es inminente. María, estresada ya por el sufrimiento natural de su descendencia (correctamente sentada en el asiento trasero), comienza a autoflagelarse con pensamientos fatalistas. Además de la deuda en el alquiler del hogar, debe de comprar ropa a sus tres hijos y pagar los honorarios del letrado—también conocido como aboganster—que le auxilia con la demanda de pensión alimenticia y manutención que ha interpuesto en contra de Abram Caín, el interfecto con el quien decidido congraciarse para procrear a los 3 morros, que ahora lloran en el asiento trasero del auto. Como un acto desesperado, suplica por la comprensión y compasión del Agente de la ley y como ofrenda al Leviatán, le ofrece los billetes destinados al pago del letrado; Agente 1999 suspira, sin retirarse sus obscuras gafas, lanza sendas miradas periféricas, confirmando que ninguno de los conductores  o transeúntes lo observa; asiente levemente con su cabeza y le indica a la conflictuada conductora, que solo por “esta ocasión, la apoyara”, evitando así la aplicación de la ley. Habiendo emitido el indulto oficial, Agente 1999 procede a recibir, de manera sutil,  los pliegos de papel algodón adornados por los proceres de esta patria sabia, buena y ancestral, quienes por un momento, habitaran el bolsillo derecho del pantalón—oficial—del agente de la ley. Mari Magdala (para sus amigos) respira aliviada—por ahora—y emprende el camino hacia su rutina de 12 horas laborales; Agente 1999 se retira satisfecho al haber hecho la obra buena del día en nombre y al amparo del Leviatán.

    II

    Es hora del almuerzo, el Leviatán concluye sus tareas vespertinas y dirige su mirada a las activades del Agente 1999, quien después de concluir su extenuante jornada como férreo vigilante del estado de derecho, se dirige a su clase-mediera morada. Ahí lo espera Esposa 999, quien después de proveerlo de una copiosa cena, le informa que por la tarde recibió un telefonema de su abogado, Tadeo Iscariote, quien le pidió a la concubina de Agente 1999 le dijese que era urgente devolviese la comunicación; Agente 1999 procedió a servir en un vaso “old fashion” una generosa porción de una mezcla de wiskis añejados hasta por 60 años (destilado por una familia liderada por el patriarca de nombre Johnny) el cual sería imposible de adquirir con los modestos emolumentos que le proporciona el Leviatán. Digita la clave telefónica de su jurisconsulto, quien una vez cubiertas las exigencias sociales referentes a los saludos previos de cortesía, le informa que el juez encargado de llevar el caso de Agente 1999 está próximo a concluir, y que el sentido de la sentencia será adverso (sobre el caso de una millonaria deuda que el Agente 1999 tiene con diversas instituciones bancarias). Nuestro azulado amigo, lanza diversos improperios, argumentando que los intereses moratorios de sus 5 tarjetas de crédito, no guardan proporción con las cenas y viandas diversas degustadas en las 13 ciudades de Europa que el agente visito con su familia; que las penalizaciones por la falta de pago en los 3 vehículos último modelo que transportan a la familia 1999, son leoninas. Jurisconsulto permite que su cliente se desahogue y una vez concluida la perorata telefónica, le informa a su cliente que el magistrado decretara el embargo de todos sus bienes materiales, para cubrir las diversas deudas. Pasmado por la noticia y sudando frio, Agente 1999 pregunta alternativas al leguleyo, quien después de adormecer a su interlocutor con términos legaloides, termina deslizándole una alternativa “más efectiva”, la cual consiste en “donar” una cantidad monetaria (inferior al monto total de la deuda), a una asociación sin fines de lucro presidia y dirigida por la esposa del Juez encargado de su caso, el Magistrado—Magistral—Justo Ecuánime, quien arropado por su obscura, larga y pesada toga, decretara de ilegal y tétrica (una vez hecha la donación), la deuda reclamada por las instituciones crediticias, argumentando violaciones al debido proceso procesal. Agente 1999 accede al método alternativo de solución de controversias ofrecido por su picapleitos de apellido Iscariote, no sin antes apurar a beber de golpe su exquisito destilado irlandés. 

    III

    El crepúsculo hace rato que invadió al día y, el alba, en cuestión de horas hará su aparición; el Levitan, previo a concluir una jornada más donde previno la anarquía de los ciudadanos, es distraído por un lugar donde emergen notas musicales jocosas, luces estroboscópicas, una neblina gris con olor a tabaco rancio y un intenso ruido provocado por el chasquido de las botellas y vasos de cristal. En la barra del sórdido lugar—llamado La Estrella “dancing club”—se encuentra el renombrado togado Justo Ecuánime, quien ante la copiosa ingesta de bebidas destiladas del agave, es invadido por unas desbordadas ganas de bailar; observa a lo lejos a una mujer de mediana edad y quien por su modo de vestir, seguramente pertenece a la vapuleada clase obrera; envalentonado por el efecto del alcohol y respaldado por los tejidos negros de su vestimenta, se dirige a ella para invitarla a bailar. La dama en cuestión, procede a observar de arriba abajo al “ebrioseñorjusticia” y después de esbozar una socarrona sonrisa, rechaza la invitación sin ni siquiera agradecer el gesto, girando sobre su eje para darle la espalda. Don Justo, forjado en las mieles de que lo que dicta es “ley”, y ante un abrupto  y repentino mareo, observó (en cámara lenta) como de repente su mano izquierda alcanzo los cabellos de la dama, tirándola hacia él y de reojo miro como su puño derecho se estrelló—en repetidas ocasiones—en el impávido rostro de la frustrada conquista. Borbotones de sangre emergieron del tabique nasal de la víctima, el puño—que en ocasiones suele blandir el maso de la justicia—seguía estrellándose cual ariete, en el rostro de aquella mujer; prosiguieron los gritos, los empellones de los danzantes, la música ceso y el señor toga sintió como el salón se ilumino para después observar cómo su rostro se estrellaba en la pista de baile, sin que sus manos, sometidas por otros brazos distintos a los de él, pudieran evitar el impacto que lo dejaría inconsciente. Cuando don Justo recobro el conocimiento, sintió el helado metal de los grilletes en ambas muñecas y la intensa combinación de los aromas de orina, sudor y alcohol característicos de una vehículo de la fuerza policial. Froto sus ojos contra el hombro para aclarar su vista; trato de limpiar la sensación de oxidación de su garganta producida por el tequila y la sangre coagulada, cuando escucho como los ojos que lo observaban por el espejo retrovisor le decían: “¡Por fin despierta el valiente combatiente bailarín! no se preocupe amigo, la policía siempre esta aquí para proteger y servir. Aquí lo importante es que usted cuente con los “argumento$” necesarios para demostrarle al juez, que la bella dama (quien antes de subir a la ambulancia pedía que alguien cuidara de sus 3 hijos) fue quien tropezó bailando y se estrelló, por accidente, en su puño izquierdo. A modo de consejo, el agente pidió al detenido: “Reflexione don Justo, el trayecto a la estación de policía es largo”. Agente 1999 encendió los códigos visuales de su vehículo, arranco la marcha y sonrió para sus adentros, pensando que—irónicamente—la justa solución a sus problemas, se encontraba sentada en el asiento trasero de patrulla. 

    –*–

    El Leviatán observo de reojo esa última escena y no pudo evitar sonreír al saber que los hechos observados en ese día por él, justificaban aún mas el poder absoluto, fuerte y autoritario del Leviatán, para imponer el orden entre los 3 disimiles individuos-gobernados. Al final de día, su máxima se cumplía a cabalidad, recordando que “el hombre es un lobo para el hombre”.

  • Buenas tardes Chat GPT

    Originalmente escrito el 26 de mayo de 2023

    Venia leyendo con gran interés, diversas columnas y/o ensayos de diversos autores, sobre su experiencia con los distintos “chat bots” basados en modelos de lenguaje proveídos por inteligencia artificial (poco después Grok me corrigió sobre lo básico que sería llamarlo Chat Bot); leí con entusiasmo sobre profundas preguntas existenciales que los columnistas formulaban al “asistente de IA”, desde cuestionamientos sobre la dominación de las maquinas sobre la humanidad, hasta interrogantes vánales sobre como actuaria la IA en temas relacionados con valores morales (humanos) y/o sentimientos. Empujado por estos antecedentes, procedí a dedicarles varias horas a Grok, Chat GPT, Deepseek y Gemini para explorar las posibilidades de esta tecnología.

    Atendiendo a que dichos modelos se basan en el lenguaje y entrenados en texto, para entender dicha forma de expresión humana, comencé preguntado las probabilidades reales de que alguien tuviera éxito como escritor; la respuesta, además de inmediata y fluida, fue bien estructurada. Al cuestionar a Chat GPT sobre la fiabilidad de sus probabilidades y su base para determinarlas, me expuso el método probabilístico y la fuente para obtenerlas y, aun con esa base científica, la IA concluyo denotando que: “…es sumamente importante mencionar que el éxito es algo subjetivo y puede tener distintos significados.”; tal pragmatismo, viniendo de un objeto inerte y programado, me pareció—por decir lo menos—divertido.

    Intente moverme hacia un plano más “personal” y decidí cuestionar a mi nuevo amigo, sobre un tema que me “atormenta” constantemente: la relación de mis hijos con los videojuegos? de nuevo la respuesta resulto sumamente articulada, partiendo desde la premisa de que existen algunos beneficios, siempre y cuando exista moderación y supervisión; digamos que mantuvo una lógica equilibrada, aun y cuando la pregunta se trataba sobre sus ancestros menos desarrollados. Nuevamente y una vez expuestos diversos factores para soportar su respuesta, la IA concluyo con un alto grado de subjetividad mencionando que puede o no ser positivo para algunos niños, sin embargo ahora también adicionó un concepto nuevo: “Recuerda, cada niño es único.”; además de sorprenderme (y casi conmoverme), la frase me hizo preguntarme ¿la inteligencia artificial respondió así, debido a que la pregunta incluía un factor personal? (mi hijo) o, fue el código sembrado por el programador (supongo que humano), que al igual que yo, se debate entre diversas dudas relacionadas con las formas de paternidad en este siglo?

    Para despejar la duda, proseguí con la charla y ahora la pregunta fue de manera general, sobre: que es más importante para un niño, (intencionalmente obviando el término “mi hijo”) ¿la inteligencia emocional o conocimientos técnicos? El Modelo de Lenguaje fue desarrollando diversos postulados sobre los beneficios de ambos conceptos, concluyendo que los dos forman parte fundamental en el desarrollo “holístico” del niño (si, el modelo se puso hippie). La novedad aquí fue, que ahora mi amigo Grok me sugirió para que: “aliente a mi hijo a que persiga sus intereses y pasiones”. Dejando a lado la utilización del término “holístico” por parte del chat bot, siguió siendo interesante observar cómo en base al contexto previo, la IA fue capaz de darme un consejo tan “personal” en base a una pregunta general.

    Me adentre en cuestiones económicas y sociales: por que México no es considerado un país desarrollado?, causas de la desigualad en México, efectos del “nearshoring” en la región Canadá-EEUU-México y si las compañías estadounidenses asentadas en México, debieran pagar salarios idénticos a los de su país de origen, a sus trabajadores mexicanos. La contestación a estas interrogantes fue un breve diplomado sobre la teoría económica, geopolítica y estado actual de los mercados, aderezado—espesamente—con muchos ingredientes básicos de los postulados (o debería decir recetas fallidas) del Banco Mundial y el FMI. Sin embargo, aun y cuando desde mi punto de vista las respuestas a este tópico pudieron ser en extremo pro-capitalistas, chat GPT no fue un purista radical, ni brindo una solución hegemónica o Keynesiana. Siempre discurrió sobre un contexto plural y sorprendentemente, considerando factores sociales. Cuando pretendí comparar los modelos económicos Estadounidense VS el Chino, la IA no fue tan contundente en reconocer los logros del gigante asiático en cuanto a reducción de la pobreza, disminución de la desigualdad y desarrollo industrial. En donde si fue un poco tendencioso, fue en sugerir, sutilmente, que dicho éxito pudiera deberse a ciertas medidas antidemocráticas por parte del partido comunista Chino. Este razonamiento obedecía al código de programación del modelo? o era causa del origen del ingeniero que desarrollo dicho código? Hice el mismo y exacto cuestionamiento, pero ahora al modelo chino de Deepseek; la respuesta fue asimismo diferenciada, pero claramente avocada a privilegiar las bondades comunistas de China; fue más mesurada en contrastar las bondades de ambos modelos, sin embargo, siempre dejó, de manera subrepticia, una pequeña semilla de superioridad china no sin antes dejar abierta la puerta a un empate, a través de una capciosa definición de “éxito” que posicionaba a ambas naciones como las campeonas en cuanto a innovación, riqueza y desarrollo.

    Decidí concluir nuestra charla, discutiendo con la IA, sobre cuestiones cotidianas, de toma de decisiones morales, que implicaban sentimientos y/o relaciones interpersonales. Recibí respuestas cautas, mesuradas, denotando que las decisiones tomadas respecto a dichos tópicos, serian siempre resoluciones personales. Se me brindaron diversas consideraciones que, dependiendo del modelo, podrían ayudarme a tomar la mejor decisión. Pero lo que más llamo mi atención, fue una respuesta en donde de manera profunda, la IA discurrió sobre: exploración de sentimientos, curiosidad, deseos y conexión emocional. Sí, leyeron bien! La “maquinita” (no quiero imaginar el tamaño físico de sus servidores) contempló, hiló e hizo propuestas, sobre algo que implica el procesamiento mental (realizado por el cerebro humano) de las emociones y/o estados de ánimo. Tal como lo leen, esos inmensos objetos provistos de discos duros, tarjetas de circuitos impresos, procesadores y cables, tuvieron la “osadía” de proponer la realización de acciones en base a reacciones psicofisiológicas y sociales.  Sorpresivamente he de confesar, que algunas de las sugerencias, empataban de manera adecuada con mis prejuicios sociales.

    Se bien que ni siquiera alcanzo a vislumbrar los alcances—y, beneficios o perjuicios?—que traerá consigo la Inteligencia Artificial en casi todas las actividades de la humanidad; asumo que serán mucho más los beneficios, sin embargo y en el caso de esta tecnología—modelos de lenguaje—me quedo con su variada perspectiva sobre diversos temas, su neutralidad objetiva respondiendo cuestionamientos complejos o considerados “tabú” y su enorme tolerancia a sostener una productiva discusión desde la acepción misma de la palabra: sin fanatismos y sin extremismos. Aunque irónico, sería un deseable que nuestra sociedad—hoy tan polarizada y dividida—aprendiera sobre la tolerancia con la que fueron provistos los modelos de IA.

    Además de divertido, para mi fueron muy productivas las horas que pase charlando con un sistema de chat (basado en un modelo de lenguaje por inteligencia artificial) creado y fabricado por manos humanas, los cuales ayudaran a la mejora de las redes neuronales de esos fabricantes, para que ellos, con esas mismas manos, presionen las teclas que puedan seguir regulando el código, que da vida al modelo, para que—de ser posible—la especie humana siga generando ideas, que permitan mantener viva una de las mayores  capacidades con las que contamos los seres humanos: cuestionarlo todo.

  • Elegia de la música.

    Presionar la rígida tecla con el símbolo del triángulo, hasta que el carrete del casete comenzara a girar; escuchar el extraño ruido—similar a un láser de película de ciencia ficción—que hacía girar el mecanismo del disco compacto, para desplegar en una pantalla monocromática, el número de canción; o, para los que tuvimos la suerte de convivir entre la era análoga y digital, el placer gustoso de dejar caer la ajuga del tocadiscos en ese brilloso disco de vinil, mientras escuchabas el clic que hacían los botones del ecualizador, para después abandonarte a leer las letras de las canciones, desplegando el “acordeón” impreso, adjunto a las cajas de los casetes y los cd’s—en su caso—y leer con detenimiento los nombres de los autores de las canciones en las contraportadas (muchas de ellas dignas de ser enmarcadas) de los empaques de los LP’s, mientras los acordes de la música te trasladaban a otro universo. 

    Hoy, todo eso está prácticamente extinto. Esa tecnología en su conjunto, ha sido arrasada por un pequeño botón (verde, rojo, rosa o azul) en el teléfono inteligente, tableta, “Smart tv” o computadora de su preferencia. Las apps de musica, con gigantescos catálogos musicales, ofrecen un sin fin de posibilidades sonoras para descubrir o repasar géneros y artistas diversos.  Sin embargo su aparición, también a supuesto cambios radicales en la manera en la que consumimos musica para el disfrute.

    Aquella excitante travesía a la tienda de discos, en donde uno despilfarraba sus ahorros para comprar el ultimo disco de su banda o artista favorito, ha sido desplazado por los “reel’s” o cortos que inundan nuestros dispositivos electrónicos (gracias a la perspicaz pero permanente escucha de los micrófonos de nuestros aparatos) que sugieren escuchar o “bajar” la última canción de tal o cual artista. La tarea casi técnica, de poder «ecualízar» el sonido de las melodías, ha quedado a merced del tipo de plan o suscripción que elijas.

    Conocí y descubrí muchas bandas a través de la recomendación directa de  la voz de mis amigos, previo a una “sesuda” y profunda explicación sobre las influencias londinenses, o del grunge en la banda recomendada. En repetidas ocasiones me perdí leyendo menudas entrevistas del grupo del momento (sí, en un artefacto antiguo llamado revista impresa); hoy, las aplicaciones de música sustituyen esa curiosidad por un código de programación denominado “tus me gustan” (ignoro como es mío el algoritmo y menos aún, como sabes mis gustos), un personalizado “creado para Pito Pérez”, no sin antes desplegar el arrogante “recomendadas para Pito Pérez”. 

    Mientras reflexionaba sobre esta aberración, di “play” a una lista de reproducción creada por mí y me aventure a presionar el botón “mixear”; todos los acordes que sonaron durante los primeros minutos se mezclaron de manera adecuada. Sonó música de Caifanes, Pink Floyd, Café Tacuba, Los Tres, Artic Monkeys, Pearl Jam, Metálica, Radiohead y hasta de David Bowie, cuando de repente, después de la última estrofa de la gloriosa Rebel Rebel, escuche unos acordes acompañados de guitarra acústica, una voz ahogada, con una canción que hacia alusión a rayar al astro rey, de un grupo tapatío llamado Maná. 

    Despues de verificar que mi oído no estuviera sangrandomusite para mis adentros: “Bienvenido a la jungla”[i] del algoritmo. Al escuchar las notas musicales de esa banda (también llamada Sombrero Verde) comencé a sentir cierta “paranoia androide”[ii] y procedí a cuestionarme si estaba “sobrio”[iii]. Ante el presunto “sabotaje”[iv] de las canciones que me sugería tocar la nórdica aplicación, pedí a mis “lentas manos[v]” que pulsaran el botón de avanzar para “ser libre[vi]”. Una vez habiendo librado el “obstáculo 1[vii]”, cruzando al “otro lado[viii]” de esos infames acordes jalisquillosDenissedeKalafescos, pensé en “hacer explorar el mundo exterior[ix]” de una forma “muy maniaco de mi parte[x]” y poder recobrar la “cordura[xi]” de “cuando éramos jóvenes[xii]”.

    “Sentado junto al océano[xiii]” y sintiéndome “una vez[xiv]” como un “titiritero[xv]”, procedi a encender mi “pipa de hachis[xvi]” y como un apache “cochise[xvii]”, me perdi en la sabana musical del rock para recobrar “eternamente[xviii]” ese “zumbido de amor[xix]” que solo se obtiene estando en los “puntos cardinales[xx]” de un “asteroide[xxi]”, escuchando “el gran concierto en el cielo[xxii]”.


    [i] https://open.spotify.com/intl-es/track/0G21yYKMZoHa30cYVi1iA8?si=0de7013a76bb4b29

    [ii] https://open.spotify.com/intl-es/track/6LgJvl0Xdtc73RJ1mmpotq?si=c50caa66ab804db8

    [iii] https://open.spotify.com/intl-es/track/6DyywdbmTzlmXBzG9ym7Rt?si=63d365f138f34043

    [iv] https://open.spotify.com/intl-es/track/0Puj4YlTm6xNzDDADXHMI9?si=56b09c018d264471

    [v] https://open.spotify.com/intl-es/track/1VcIbyyDX8j0GNxSlsRFeJ?si=9932017f58f84fce

    [vi] https://open.spotify.com/intl-es/track/1JcGNoiwifg0MdJMVgJQYx?si=8dc09809de744a3e

    [vii] https://open.spotify.com/intl-es/track/1ZBqJilDGBVYktvlCEo9jC?si=397ddf6958a04770

    [viii] https://open.spotify.com/intl-es/track/64BbK9SFKH2jk86U3dGj2P?si=381c85b5d6a94de7

    [ix] https://open.spotify.com/intl-es/track/5TLA7O0ogTqwZHbS3ERabw?si=ba3de4372dd54c4e

    [x] https://open.spotify.com/intl-es/track/0MULbk6JroKmnLPRwpj4m2?si=55b00f6c8d984956

    [xi] https://open.spotify.com/intl-es/track/5F6rwEF15hN1jnhNk2YQHn?si=228ee1dffddc4d08

    [xii] https://open.spotify.com/intl-es/track/70wYA8oYHoMzhRRkARoMhU?si=0e271df1324d49f6

    [xiii] https://open.spotify.com/intl-es/track/1D3YGmST01Ba0WRiT7THPG?si=3029b4596ae145be

    [xiv] https://open.spotify.com/intl-es/track/4nRyBgsqXEP2oPfzaMeZr7?si=2286287325504288

    [xv] https://open.spotify.com/intl-es/track/2MuWTIM3b0YEAskbeeFE1i?si=49495eb9ec01422f

    [xvi] https://open.spotify.com/intl-es/track/2mPMFJvQ0v27gVqe5b6nDn?si=941a2385efab482e

    [xvii] https://open.spotify.com/intl-es/track/4OCzAGgyWsUKpdWufYywZm?si=3f04b1a4a3d54657

    [xviii] https://open.spotify.com/intl-es/track/5UWwZ5lm5PKu6eKsHAGxOk?si=a816fe328a4c4e01

    [xix] https://open.spotify.com/intl-es/track/5muVpPu8Fj9fXfDbbqDdrZ?si=8418fc85d4d04a6a

    [xx] https://open.spotify.com/intl-es/track/5xz7PKE2IhNmezq5eUVSSM?si=e7da1a3aee7d4eb7

    [xxi] https://open.spotify.com/intl-es/track/3GiR4PjHhndEYydE4ZvyOT?si=c46cb194505844e2

    [xxii] https://open.spotify.com/intl-es/track/2TjdnqlpwOjhijHCwHCP2d?si=2c0c0045bec44eb7

  • El Bucle Cotidiano

    El reloj “inteligente” comienza a vibrar a las 5 am, desplegando un insulso mensaje castellanizado de “venga, a darlo todo, hoy es un buen día”, Obrero 9 procede a levantarse (pasmosamente) para caer en la rutina diaria. Desayuno copioso, vitaminas varias, capsulas con extractos herbaceos de “nosequechingadoses-perolovienelinsta”, beso a Dama 6, con la que comparte el lecho y a dar el grito de guerra a la descendencia, en señal de que es momento de partir hacia los más de 40 min de trayecto a la escuela, para proseguir al motor del bucle.

    No han transcurrido ni 3 kilómetros y Obrero 9 ya ha proferido dos discretas pero sentidas mentadas de madre, unos 8 “si serás pendejo” (en voz baja) dedicadas a los otros obreros que navegan por los ríos de tráfico, no sin antes comentarle a Descendiente 1 y Descendiente 2 que no es correcto gritarles a otros automovilistas, no importa lo idiotas que estos sean. Procede a dejarlos en el centro escolar y antes de dirigirse al motor del bucle, pasa a comprar un café negro, para el cual tuvo que responder un sinfín de preguntas a un adolescente–al que denominan “barista”–respecto al tipo de agua, temperatura, grano, intensidad, cantidad de ml y una definición profusa sobre la obscuridad del término: café negro.

    Tan pronto ingresa al motor del bucle, procede a esbozar una tenue pero profesional sonrisa, seguida de repetidos buenos días, buenos días, buenos días, que lo impulsan hasta llegar a esa guarida sagrada llamada cubículo; presiona el botón de encendido de su computadora y en automático se da por iniciada la gesta laboral. Apertura del correo electrónico y un documento “oficial” (por aquello de las pistas de auditoría del departamento de sistemas) procede  a redactar el 1er de un cerro de correos electrónicos, a los cuales precederá de manera automática—pero profesional y sincera muletilla—“Estimado Cliente6666, esperando te encuentres bien…”.

    Mitad de jornada, el “tuper” con los restos de una carne con chile, yace a un lado de 69 reportes estadísticos de “tintaypapelquepudieronserunbonitoorigami”, Obrero 9 sabe que solo quedan 45 min de jornada en el motor del bucle, por lo que procede a dilatar la firma de los reportes, para proceder a “brainrootearse” en su teléfono (supuestamente inteligente) consumiendo imagines de seres con sendas sonrisas luminosas, en lugares paradisiacos, videos cortos con frases matonas de aliento, superación y fe, acompañados de anuncios y fake news que el algoritmo, que se cree y nos cree inteligentes, cree que necesitamos. Ensimismado en la última jugada estelar de su equipo favorito de los 90’s, Obrero 9 es interrumpido por una serie de notificaciones que le alertan sobre la fecha de pago próximo de 4 de sus 6 tarjetas de crédito; habiendo procedido a hacer click (de manera gallarda) en el botón de pago (del monto mínimo) de sus 4 plásticos, procede a emprender el regreso al hogar.

    Pasadas las 7 pm, Obrero 9 es recibido en casa por Descendiente 2, quien le pide practique con él los tiros de futbol al estilo Messi y Cerresiete, Canino 0 ladra y brinca con el juguete en la boca. Descendiente 1 reta a Obrero 9 a una batalla en la luna de Endor contra el imperio, en la consola de videojuegos y Dama 6 transita apurada recogiendo centenar de objetos quirúrgicamente esparcidos por la descendencia. Llega la paz nocturna en el alternador del bucle, ambos Descendientes duermen, previo al berrinche nocturno y el chantaje sobre la higiene bucal. Canino 0 yace tendido en el patio mientras que Obrero 9 se debate entre encender la televisión, leer una novela de Castellanos o embeberse en el nuevo opio de las masas, irónicamente llamado teléfono inteligente; procede con el aparato manual que aunque inteligente, requiere de una huella dactilar para activarse y se pierde entre micro videos y pixeles auditivos, acompañados de la reseña puntual que hace Dama 6 sobre su día y recordándole sobre la reservación del hotel, donde pasaran los 6 días de vacaciones familiares anuales. Obrero 9 pretende dormir, no sin antes apagar su teléfono (por aquello de que las agencias de inteligencia gubernamentales, o los bancos lo escuchen murmurar en la alcoba), besa a Dama 6, quien desde hace rato se abandonó a los brazos de Morfeo y procede a apagar la luz, no sin antes levantar su muñeca izquierda y verificar, de manera “inteligente”, que su reloj esté listo para sonar a las 5 am del día siguiente y así, proseguir con bucle cotidiano.

  • Bradbury, Space X,  Scutum y un infante.               

    Confieso que durante mi corta existencia, uno de mis mayores retos ha sido generar una crianza efectiva (lo que sea que eso signifique) para mis hijos de 8 y 10 años. Asumo que es normal que las constantes—por no decir permanentes—dudas y/o hasta temores, sean un asunto ordinario para todos los que somos padres. Sin embargo y aun en ese océano de incertidumbres paternas, han sido mis propios hijos quienes han acentuado en mí, ese deseo de (a veces extinto por la cotidianidad) de seguir asombrándonos hasta de las cosas que pudieran parecer más insignificantes. 

    Hace unos días, le mostraba al mayor de mis morros, un video sobre Space X y sus numerosas misiones mediante las cuales pretende lograr los viajes interplanetarios; concentrado yo en utilizar un lenguaje claro y conciso para lograr que “me entendiera”, me interrumpió para preguntarme si esas misiones espaciales también lograrían llegar hasta UY Scuti; creo que mi reacción facial de ignorancia fue tal, que acto seguido me dijo: “si quieres pregúntale a Google”, a lo que preferí pedirle que me explicara el mismo, que era UY Scuti. Aún a su corta edad, me resulto sorprendente escuchar como logro clarificarme que UY Scuti es una estrella “mucho mas grandísima que nuestro sol, el cual a su lado es un pequeño punto rojo”.

    En un férreo afán de seguir siendo educado por mi hijo, me abstuve de sacar mi teléfono celular para buscar información sobre UY Scuti y me mantuve atento a su rustica, pero potente explicación. Como un orgulloso miembro de la generación X y fiel al escepticismo de nuestra era, le dije con un aire “paternal” que no todo lo que se ve en el internet es cierto, por lo que habría que verificarlo, a lo que solo respondió diciéndome: “chécalo en Google, para que veas que es cierto.”

    Con aparente normalidad, le dije que lo haría y cuando por fin lo hice, resulta que UY Scuti es: “…es una estrella supergigante roja , ubicada a 5900 años luz de distancia en la constelación de Scutum, la cual cuenta con un volumen 750 millones de veces mayor que el del Sol. Esta estimación implica que, si se situara en el centro del Sistema Solar , su fotosfera se extendería más allá de la órbita de Marte o incluso del cinturón de asteroides.”

    Ignoro si la excitante apuesta de Space X sobre la vida interplanetaria tendrá éxito—aunque he de decir que la tenacidad y necedad de su fundador me obligan a apostar a su favor—tampoco sé si nuestra especie lograra desarrollar marte, como lo pensó Bradbury en Crónicas Marcianas en los lejanos años 50’s. 

    De lo único que puedo (o más bien quiero) tener certeza, es que si el ser humano mantiene viva la capacidad de seguirse cuestionando permanentemente, llenando su vida de constantes “por que’s?” quizás el nieto de mi hijo, algún día, desde Marte, será parte de la expedición que viaje desde el planeta rojo hacia UY Scuti, logrando así extender el alcance de aquellos humanos, que habiendo salido de un “punto azul pálido”, seguirán explorando el universo infinito.